Cada que empezamos un año, lo hacemos con mucha emoción y entusiasmo, pero también con grandes expectativas, de todo lo que queremos conseguir, hacer y experimentar.
Aunque todos los años iniciamos con muchas expectativas, el 2021 lo empezamos con muchas mas de lo acostumbrado, porque el año que recién acabó, fue muy duro, no pudimos cumplir nuestras metas, nada salió como esperábamos, ninguna de nosotras se había preparado para que las cosas no solo no resultaran como esperábamos si no para que resultaran mil veces peor o totalmente diferente a lo planeado. Iniciamos este año no solo con las expectativas de todo lo que quisimos en el 2020 y no sucedió, también con las expectativas de las vacunas, de poder reecontrarnos con nuestros seres queridos y sobre todo de volver a vivir nuestra vida como antes. Pero tener tantas expectativas para 2021, será bueno?
Que son la expectativas?
Cada una de nosotras, en muchas ocasiones pensamos erróneamente con el esquema mental “esto debería ser así”. Lo aplicamos inflexiblemente con nosotras mismas, los demás y a la vida.
Las expectativas son la fuerte creencia de que algo debería suceder de cierta manera y vivimos en función de lo que creemos que pasará. Son sentimientos de esperanza e ilusión que utilizamos como excusa para pensar que todo será mejor cuando lo consigamos, que hasta que eso no ocurra no estaremos realmente completos.
Esto también impacta la manera cómo nos relacionamos con los demás. Tratamos mejor a aquellos que creemos que cumplirán nuestras expectativas.
Pero muchas veces nos creamos expectativas de ciertas cosas, más cuando las planeamos minuciosamente. Esto es un tanto peligroso para nosotras, ya que lo que planeamos y visualizamos que va a pasar rara vez sucede y eso nos causa desilusión y frustración, la realidad no nos satisface por no ser lo que esperábamos, aunque eso era realmente lo que la vida nos regalaba para vivir. Si nos hubiésemos quitado la expectativa lo más seguro es que esa experiencia la hubiéramos vivido distinta y seguramente hasta nuevos colores y sabores le habríamos encontrado con sorpresa y gratitud, aunque no cumpliera exactamente con lo que deseábamos.
Quiere decir que para vivir feliz no debo planear, o plantearme metas o intenciones y así no generarme expectativas?
Como todo en la vida se trata de equilibrio, no se trata de vivir con cero expectativas, ni con expectativas irreales.
Tanto vivir sin expectativas como tener expectativas poco realistas no nos permiten ser libres. Muchas veces, creemos que por el hecho de desear algo en concreto, tiene obligatoriamente que ocurrir como lo hemos imaginado. Pero la realidad es que lo que tenga que suceder, va a suceder, estemos o no de acuerdo.
Planificar, plantearnos metas, sueños o cambios, es la manera de tener claro lo que queremos en nuestra vida, tener idea del camino que nos gustaría seguir. Pero no se trata de vivir al pie de la letra nuestros planes. El tener expectativas de cómo debemos conseguir esas metas y sueños, nos quita esa soltura natural, bloquea el flujo del cuerpo impidiendo ver más allá de nuestros deseos; nos ciega y nos puede robar la verdadera vivencia que seguramente era perfecta para nosotras.
Ahí es donde viene la humildad de entender que nosotras no sabemos qué sucederá, cómo y cuándo sucederá. Es como si la vida tuviese muchas reglas ocultas y una de ellas es no esperar nada. Poner tu deseo y soltarlo para que llegue de la forma que la vida o el ser supremo lo desea.
Entre más control más sufrimiento, entre menos control y apertura, más sorpresas nos dará la vida. Y aunque parezca que las sorpresas no son tan buenas, en el fondo tienen sus bendiciones ocultas.
A veces las peores catástrofes traen en el fondo los mejores regalos, y si no hubiésemos tocado ese fondo, tampoco hubiésemos tocado esas bendiciones ocultas.
Recuerda, sí hay un porqué a todo lo que nos ocurre y hay que descifrarlo sin la máscara de víctimas, y más bien con la actitud de comprender qué debemos aprender de ello.
Déjate sorprender por eso nuevo que te puede dejar mucho más que lo que crees que conoces. Déjate sorprender por lo desconocido y haz tu camino sin tanto planear. Empecemos a entrenarnos para soltar las expectativas y abrazar lo que viene, así no correremos el riesgo de sufrir, de deprimirnos o llenarnos de ansiedad.
Cómo vivir sin expectativas?
La clave se encuentra en aprender la diferencia entre lo que es controlable y lo que no. No se puede controlar el pensamiento, ni la actitud de los demás. Tampoco, las circunstancias del mundo y de la vida. Sin embargo, podemos controlar la forma de relacionarnos, nuestra forma de pensar y de hacer frente a lo que nos sucede. Nuestro margen de actuación se reduce a que podemos hacer las cosas de la mejor manera que sabemos o actuar como mejor sepamos. Pero, eso no quiere decir que se nos vaya a recompensar, ni que todo vaya a ir conforme a nuestras expectativas y deseos. Vamos a quitarnos esta idea absurda de la mente y comencemos a aceptar la realidad.
Por ejemplo, si alguien te dice: “El cielo debería ser de color verde, porque a mi me gusta ese color y espero que algún día sea así”. Tu qué pensarías? Seguramente pensarías que esa persona tiene un deseo absurdo, que nunca se va a suceder, por mucho que lo desee.
De la misma manera, cuando albergamos expectativas irreales en nuestra vida, con nuestros propios asuntos, estamos imponiendo y exigiendo que debe ser así, cuando no va a ser y tampoco necesitamos que sea así.
Solo DIOS tiene el poder
Cuando te des cuenta que tienes expectativas, y tu diálogo interno contenga un “debería”, acuérdate de que no eres Dios que puede regresar el tiempo y hacer que las cosas sucedan de diferente manera, eres sólo un ser humano como otro cualquiera, que hace lo mejor que puede pero que eso no significa que las cosas sucederán como quieres.
También puedes preguntarte: Quién dice que las cosas me deben salir de esta manera?, dónde está escrito que tal persona me debería tratar como deseo?, puedo controlar yo el comportamiento del otro de alguna manera?, me sirve de algo pensar en que el mundo está obligado a satisfacerme?
Cuando encuentres las respuestas realistas y racionales a todas estas preguntas y cambies tu diálogo interno por “me gustaría, pero quizá no sea así y tampoco lo necesito» te habrás desligado de las expectativas irracionales, de la rigidez. Y comenzarás a aceptar lo que el Universo tiene preparado para ti. A veces te gustará, otras no, pero en eso consiste la vida. No hay alegría sin tristeza, satisfacción sin decepción, éxito sin fracaso.
Cómo puedo empezar a cambiar mi forma de ver la vida?
1– Trabaja el agradecimiento
Cuando decidimos centrarnos en agradecer cada detalle pequeño e insignificante de nuestra vida, no hay espacio para estar pensando en el futuro ni regresar al pasado, valorar lo que somos y lo que tenemos nos trae al momento presente y nos hace disfrutar muchísimo más de él. Desde que nos levantamos, la mayoría de nosotros tenemos muchísimos motivos para agradecer: el estar vivas, estar sanas, poder ver el sol un día más, poder escuchar el canto de los pájaros, tener agua, alimento, ropa, seres queridos que se preocupan por nosotros e infinidad de regalos que la vida nos ofrece cada día para estar agradecido.
2– Deja de esperar que lo realmente bueno vendrá en el futuro.
Tu vida está ocurriendo ahora, en este instante, no en el futuro. No quiere decir que dejes de lado el esfuerzo por conseguir metas, pero si estás satisfecho con tu vida en estos momentos, vivirás mucho más relajado porque tu felicidad no dependerá del futuro. No dejes para el futuro planes que podrías hacer hoy, el futuro es incierto y nadie nos garantiza hasta cuándo vamos a continuar en este mundo.
3– No esperes a que todo sea perfecto.
La vida se compone de alegrías y tristezas. Es un error posponer un proyecto que te ilusiona por esperar que llegue un momento correcto, en ocasiones no llegamos a cumplir nuestros sueños porque esa perfección no llega nunca. Es cuestión de confiar y atreverse a dar el salto.
4– Deja de esperar demasiado de ti mismo.
En ocasiones cargamos con las expectativas que nuestros padres generaron sobre nosotros además de con las nuestras. Esto nos puede llevar a sufrir estados de angustia y miedo de decepcionar a los demás. Nuestra vida es nuestra y es bueno deshacerse de ataduras ajenas para poder disfrutar de ella. Esto no quiere decir que no nos propongamos metas, pero si percibimos que estos objetivos que nos hemos marcado nos producen ansiedad, sería mejor redefinirlos.
5– Deja de generar expectativas sobre los demás.
Cuando dejas de esperar que los demás actúen como tú consideras que sería adecuado te liberas a ti mismo. Cuando no exiges nada a los demás puedes disfrutar de cada pequeño gesto y detalle que tengan contigo y tus relaciones serán mucho más auténticas y estables.
Espero que hablar sobre el tema de las expectativas te haya dado un poco de luz para comenzar el año y que genera mas autocomprensión y paciencia contigo misma.
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