Querida lectora,
Hoy quiero abrir mi corazón y contarte algo muy personal. Después de mucho tiempo, regreso a este espacio con una mezcla de emoción y nervios. Siento que es el momento de volver a conectar, no solo contigo, sino también conmigo misma. Porque, como seguramente también te ha pasado a ti, la vida me ha llevado por caminos inesperados: a veces dulces, a veces retadores, pero siempre llenos de aprendizaje.
Siempre fui una mujer de hacer, de actuar.
Como una vez me dijo mi profesor de portugués: «voce e uma mulher para frente». De esas mujeres que toman la iniciativa, que no esperan el momento perfecto porque creen que pueden crearlo. He seguido mi intuición para emprender proyectos, viajar a nuevos lugares y aprender de todo lo que me inspira. Pero esa curiosidad inagotable, aunque maravillosa, también me llevaba a dispersarme en mil ideas y proyectos. Así nació mi búsqueda de algo más profundo: la necesidad de orden interno, de calma, de pausa.
Fue esa necesidad de encontrar un poco más de equilibrio lo que me llevó al camino del autoconocimiento. No para apagar mi curiosidad ni mis ganas de aprender, sino para seguir explorando el mundo con los ojos abiertos, pero también escuchando lo que mi corazón y mi cuerpo me estaban pidiendo a gritos: pausa y espacio para respirar y simplemente ser.
¿Te suena familiar esa sensación?
Hace unos años, caí en la trampa de las comparaciones. Me comparaba con otras mujeres y, al no encajar, a veces me sentía limitada. Otras veces me sentía superior por llevar un estilo de vida más libre e independiente. Hasta que entendí que la vida no es una competencia. No se trata de encajar en un molde o de demostrar algo. Se trata de construir nuestro propio camino, a nuestro ritmo, escuchando nuestros deseos más profundos. Cada una tiene su propio ritmo y sus propios dones, y lo más hermoso que podemos hacer es mirar el camino de otras mujeres dejar que nos inspiren, adaptar aquello que nos gusta y hacerlo nuestro, con autenticidad y amor.
El momento que lo cambió todo…
Recuerdo claramente el instante en que entendí que algo profundo habia cambiado en mi. Fue durante un viaje a Madrid. Había planeado cada detalle con ilusión: un bonito departamento con una cocina ideal para grabar recetas, rutas para caminar por la ciudad, paseos en la naturaleza, restaurantes y tiendas saludables, talleres y cursos a los que estaba inscrita…
Pero cuando llegué, mi cuerpo solo quería descansar. Dormí dos días enteros. No quería salir, no quería cocinar. Me di cuenta de que ya no tenía la misma energía de antes. Había pasado de días llenos de movimiento, talleres, trekking y viajes a un estilo de vida mucho más sedentario, sumergida en estudios de geopolítica y estrategias financieras (Hice ese cambio durante la pandemia, cuando Vita Thani ya no me generaba los ingresos de antes, debido al confinamiento)
No es una queja, porque me encanta aprender y estaba feliz de poder viajar y quedarme en estadías más largas. Podía operar en la bolsa desde cualquier parte del mundo. Pero ahí, en ese pequeño apartamento de Madrid, entendí que mi cuerpo, mi corazón y mi mente necesitaban otro tipo de cuidado.
Así nació esta nueva etapa de Vita Thani.
Un espacio que quiero compartir contigo como un refugio, un lugar de tranquilidad y claridad, donde podamos detenernos un momento, respirar hondo y redibujar juntas nuestro mapa. Esta vez, escuchando el corazón. Sin presiones ni roles, con nuestra propia sabiduría y la creatividad de nuestra esencia.
Porque el camino del autocuidado a los 40 es muy diferente al de los 20 o los 30. No se trata solo de comer mejor o hacer ejercicio, sino de escucharnos profundamente. De entender qué necesitamos ahora, en esta etapa llena de cambios físicos y emocionales, y de cuidarnos desde el amor, no desde la exigencia.
No tengo todas las respuestas, pero estoy aquí para acompañarte a buscar las tuyas. Porque no estamos solas en este proceso.
En esta nueva etapa, te invito a ser parte de una comunidad de mujeres reales, con sus luces y sus sombras, que se sostienen mutuamente mientras descubren nuevas formas de cuidarse y amarse a cada paso. Aquí no hay moldes ni recetas mágicas. Solo experiencias, aprendizajes y muchas ganas de crecer juntas.
Quiero proponerte algo:
Escucha a tu cuerpo hoy. Pregúntale qué necesita.
Tal vez… ¿un momento de silencio? ¿Un paseo lento al aire libre? ¿Un abrazo amoroso a ti misma?
Si quieres compartir tu respuesta conmigo, estaré encantada de leerte. Tu historia también puede inspirar el camino de otra mujer.
Gracias por estar aquí y por permitirme entrar un ratito en tu vida.
Con todo mi cariño,
Vero